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¿Valoras la vida que tienes o te quejas de todo?

Rogelio López Nava

Tener salud y fortaleza física, estar rodeado de afectos y la posibilidad de realizar cualquier cosa que uno se proponga, en numerosas ocasiones pasa a un segundo plano para priorizar otro tipo de bienes como los materiales o el reconocimiento social. Sólo volvemos a darle su verdadero lugar cuando un evento fatídico nos hace meditar sobre la manera tan superficial en que hemos dejado transcurrir nuestra existencia y entonces sí, hasta ese trabajo y esas personas que tanto creíamos odiar vienen a nuestra mente como una bendición y somos capaces de reconocerlas en todo lo que valen.

Sogyal Rimpoché, autor de "El libro tibetano de la vida y de la muerte", explica que: “Aquellos que comprenden cuán frágil es la vida, saben mejor que nadie hasta qué punto es valiosa. Que nos tomemos la vida en serio no significa que debamos pasar toda nuestra existencia meditando como si viviéramos en las montañas del Himalaya o como se hacía antaño en Tibet”.

Romponché agrega: “Es cierto que el mundo contemporáneo hemos de trabajar y ganarnos la vida, pero aun así no deberíamos dejarnos atrapar por una existencia que consiste en ir de casa al trabajo y del trabajo a casa, sin prestar ninguna consideración al sentido profundo de la vida”.

¿Cuál es el mensaje de fondo? Si bien es cierto que lograr los objetivos en el campo material puede ser un estímulo que nos lleve a descubrir nuestras capacidades, esto no puede convertirse en el centro de nuestra existencia al grado de poner en riesgo la salud, el bienestar emocional y hasta las relaciones afectivas. 

Encontrar el equilibrio entre ir por las metas que nos hemos propuesto y dedicar tiempo al auto conocimiento y a meditar sobre el valor de la vida, puede parecer complicado, pues asumimos que esto último está reservado solamente para ciertas mentes iluminadas y no para cualquier persona que tiene que salir día a día a enfrentar experiencias mundanas para que en muchos casos aspire solamente a sobre llevar la vida. 

La realidad es que todos disponemos de un momento diario para valorar, agradecer y disfrutar de lo que tenemos alrededor, como el privilegio de tener a quién amar y que ese sentimiento sea recíproco, poder hacer uso de todos los sentidos y experimentar en nuestro entorno, así como considerar que no necesitamos estar expuestos a situaciones extremas para apreciar en todo su esplendor lo que nos rodea y por sobre todas las cosas, la salud y el privilegio de vivir.


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